Ollantaytambo o Ullantaytanpu es otra obra monumental de la arquitectura incaica. Es la única ciudad del incanato en el Perú aún habitada. En sus palacios viven los descendientes de las casas nobles cusqueñas. Los patios mantienen su arquitectura original. Esta ciudad constituyó un complejo militar, religioso, administrativo y agrícola. El ingreso se hace por la puerta llamada Punku-punku.
Ubicación de Ollantaytambo
Ollantaytambo está ubicado en el distrito del mismo nombre, provincia de Urubamba, aproximadamente a 60 km al noroeste de la ciudad del Cusco y tiene una altura de 2.792 metros sobre el nivel del mar.
Arquitectura
Se trata de uno de los complejos arquitectónicos más monumentales del antiguo Imperio Incaico, comúnmente llamado «Fortaleza», debido a sus descomunales muros, fue en realidad un Tambo o ciudad-alojamiento, ubicado estratégicamente para dominar el Valle Sagrado de los Incas.
En la plaza principal un gran bloque de perfectas aristas encaja en una doble hilera sus ángulos de estrella terrestre.
El tipo arquitectónico empleado, así como la calidad de cada piedra, trabajada individualmente, hacen de Ollantaytambo una de las obras de arte más peculiar y sorprendente que realizaron los antiguos peruanos, especialmente el Templo del Sol y sus gigantescos monolitos.
Las calles rectas, estrechas y pintorescas hoy forman quince manzanas de casas ubicadas al norte de la plaza principal de la ciudad, que constituyen en sí un verdadero legado histórico. Algunas casas de tipo colonial están construidas sobre hermosos muros incaicos pulidos con finura. Los tonos de la piedra son alegres, de un color de flor petrificada, rosa oscuro.
Origen del nombre Ollantaytambo
El historiador cusqueño Víctor Angles explica el origen del nombre de Ollantaytambo, refiriendo que a fines del siglo XVIII se puso en escena un drama, de argumento inca y titulo Ollantay, cuyo protagonista era el General Ollanta, y el lugar donde se desarrollaron las acciones —según la obra literaria— fue el tambo abajo de Yucay, que desde ese entonces comenzó a generalizarse como Ollantaytambo.
¡Ah Ollanta! ¡Así eres correspondido! Tú que has sido el vencedor de tantas naciones; tú que tanto has servido. ¡Ay, Cusi-Ccoyllur! ¡Esposa mía! ¡Ahora te he perdido para siempre! ¡Ya no existes para mí! ¡Ay princesa! ¡Ay paloma!… ¡Ah Cuzco!, ¡hermoso pueblo! Desde hoy en adelante he de ser tu implacable enemigo: romperé tu pecho sin piedad; rasgaré en mil pedazos tu corazón; les daré de comer a los cóndores a ese Inca, a ese tirano. Alistaré mis antis a millares, les repartiré mis armas y me verás estallar como la tempestad sobre la cima de Sacsa-Huamán. ¡El fuego se levantará allí y dormirás en la sangre! Tú, Inca, estarás a mis pies, y verás entonces si tengo pocos yuncas y si alcanzo tu cuello. ¿Todavía me dirás: «no te doy a mi hija»? ¿Serás tan arrojado para hablarme? ¡Ya no he de ser tan insensato para pedírtela postrado a tus pies! Yo debo ser entonces el Inca, ya lo sabes todo; así ha de suceder muy pronto…
Ollanta.