Machu Picchu, la más famosas ciudad inca. Original, soberbia, única, una ciudad de ensueño en la cima de una montaña. Permaneció oculta en la vegetación por casi 400 años, con sus habitaciones, pasadizos y magnificos muros casi intactos.
Se dice que Machu Picchu será por siempre una ciudad inca. Los españoles jamás la pudieron encontrar. Está considerada como una de las maravillas del mundo y ha sido declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1983. A la fecha Machu Picchu recibe anualmente casi 1 millon y medio de turistas de todo el mundo.
Ubicación de Machu Picchu
Se encuentra dentro del Santuario Histórico Nacional de Machu Picchu, a unos 100 kilómetros al noroeste del Cusco, en la provincia de Urubamba, en la cresta del cerro Machu Picchu ubicado en las laderas orientales de los Andes que dan hacia la cuenca del Amazonas. El Santuario cubre una extensión de 32,592 hectáreas, cortadas por el valle del río Urubamba, que baja desde las cumbres nevadas de los Andes por encima de los 6,000 m.s.n.m. En esta parte baja de la cordillera, el valle es caudaloso y corre encañonado, cortando el macizo andino, lo que genera una formación topográfica de gran impacto visual.
Dentro del Santuario, y unidos a través de una sofisticada red de caminos empedrados, existen otros antiguos poblados menores así como edificios aislados que servían para alojar a los caminantes, puestos de control y tal vez los más impresionantes centros productivos conformados por terrazas agrícolas (andenes) y complejos sistemas de riego.
Lugar estratégico
La ubicación de Machu Picchu, en pleno cañón del Urubamba, no pudo haber sido mejor elegida. Resulta evidente que Machu Picchu fue una construcción planificada y diseñada minuciosamente para compenetrarse con el paisaje natural. Es el resultado de un conjunto de experiencias únicas, donde la obra del hombre y la naturaleza se confunden e integran con gran acierto.
La irregular topografía fue transformada en terrazas con fines agrícolas y urbanos, mimetizándose con el entorno, aunque también muestra dos docenas de rocas, por lo menos, que a manera de maquetas representan la topografía circundante.
Historia
La construcción de Machu Picchu corresponde al momento en que el pequeño señorío Inca comenzó a crecer. Según el arqueólogo Antonio Zapata, en esta zona se definió la victoria sobre los chancas que cubrió de prestigio y otorgó el poder al Inca Pachacútec.
Existen evidencias de que éstas fueron sus tierras. Pachacútec llevó a cabo la expansión del Tahuantinsuyo y se lo reconoce como el “constructor” del Cusco. Una de sus grandes obras fue Machu Picchu. La elección del sitio debió ser hecha con sumo cuidado, pues francamente es un lugar perfecto para levantar un centro ceremonial. Se ubicaba, según el investigador Antonio Zapata, en la cadena de montañas más importante por su carácter sagrado, que comienza con el Salcantay (el apu mayor) y termina con el Huayna Picchu, y era un lugar privilegiado para observar el movimiento de las estrellas y del sol, divinidades incaicas.
Además, de acuerdo con sus investigaciones, el lugar contaba con una cantera que los podía proveer de las más finas piedras de granito blanco.
A pesar de ser uno de los monumentos incaicos más importantes, todavía es muy poco lo que se conoce de Machu Picchu. Quizá estuvo habitado incluso muchos años después de la llegada de los españoles al Cusco, pero aquello es sólo una suposición.
Descubrimiento y redescubrimiento
Fue el norteamericano Hiram Bingham quien, al frente de una expedición de la Universidad de Yale, descubrió Machu Picchu el 24 de julio de 1911. Sin embargo, en aquella época, la meta de Bingham era otra: encontrar la legendaria capital de los descendientes de los Incas, Vilcabamba, tenida como baluarte de la resistencia contra los invasores españoles, entre 1536 y 1572.
Al penetrar Bingham por el cañón del Urubamba, en el desolado sitio de Mandorbamba, el campesino Melchor Arteaga le relató que en lo alto del cerro Machu Picchu existían abundantes ruinas. Alcanzarles significaba ascender por una empinada ladera cubierta de tupida vegetación. Aunque excéptico, conocedor de los muchos mitos que corren acerca de las ciudades perdidas, Bingham insistió en ser guiado al lugar.
Llegando a la cima, uno de los niños de las dos familias de pastores que residían en el lugarlo condujo donde, efectivamente, asomaban imponentes construcciones arqueológicas cubiertas por el manto verde de la abigarrada vegetación tropical y en evidente estado de abandono desde hacía siglos. Mientras inspeccionaba las ruinas, Bingham, asombrado, anotaba en su diario: «Would anyone believe what I have found?» (¿Creerá alguien lo que he encontrado?).
Después de su trascendental hallazgo, Bingham volvió al lugar en 1912 y, en los años subsiguientes (1914 y 1915), diversos expedicionarios levantaron mapas y exploraron detalladamente el sitio y los alrededores.
Sus excavaciones, no muy ortodoxas, en diversos lugares de Machu Picchu le permitieron reunir 555 vasijas, aproximadamente 220 objetos de bronce, cobre, plata y de piedra , entre otros materiales.
La cerámica muestra expresiones primorosas del arte inca y lo mismo debe decirse de las piezas de metal hallados: brazaletes, orejeras, prendedores decorados y aretes, además de cuchillos y hachas. Aunque no se encontraron objetos de oro, el material identificado por Bingham era suficiente para inferir que Machu Picchu se remonta a los tiempos del esplendor inca, algo que ya evidenciaba su estilo arquitectónico.
Bingham reconoció también otros importantes grupos arqueológicos en las inmediaciones: Sayacmarca, Phuyupatamarca, la fortaleza de Vitcos e importantes tramos de caminos (Cápac Ñam), todos ellos soberbios ejemplos de la arquitectura inca. Tanto los restos encontrados como las evidencias arquitectónicas conducen a los investigadores a creer que la ciudad de Machu Picchu fue levantada entre fines del siglo XV e inicios del XVI, en tiempos del denominado “Incario histórico”.
Sin embargo, el lugar siguió habitado con posterioridad a la invasión española al Perú, por lo menos durante el siglo XVI. Con el tiempo, Machu Picchu, terminó siendo olvidada o recordada sólo en las brumas de la leyenda.
Hiram Bingham, Polémico Explorador
Hiram Bingham fue un controvertido antropólogo, historiador o, simplemente, un explorador estadounidense aficionado a la arqueología. Este antropólogo de la Universidad de Yale inició los estudios arqueológicos y realizó una investigación de la zona. Bingham acuñó el nombre de “La Ciudad Perdida de los Incas” a través de su primer libro Lost City of the Incas.
En el año 2002, se encontraron vestigios de otro desconocido explorador del siglo XX, cuyas huellas Bingham habría tratado de eliminar para quedarse con el título de descubridor de Machu Picchu.
El descubrimiento le ha sido adjudicado a Bingham, según el investigador del Cusco, Simone Waisbard. No obstante, el hallazgo fue producto de la casualidad, ya que habrían sido Enrique Palma, Gabino Sánchez y Agustín Lizárraga, los primeros en visitar estos restos arqueológicos sobre cuyas piedras dejaron grabados sus nombres el 14 de julio de 1901. Bingham buscaba, en realidad, la ciudad de Vitcos, el último punto de resistencia inca contra los españoles. De manera que, el citado descubrimiento de Bingham, se reduciría a la difusión del hecho para la ciencia. Sin embargo, para él, no fue producto del azar, sino de una extenuante investigación basada en las informaciones proporcionadas por campesinos del lugar, además de varios años de viajes y exploraciones por la zona.
Bingham se llevó 5.000 piezas arqueológicas a su universidad en los Estados Unidos. Hasta la fecha no han sido devueltas, a pesar de los reclamos que desde hace décadas lleva realizando el gobierno peruano.
Actualmente, crece la opinión de que Bingham debiera ser considerado como uno de los mayores ejemplos de expoliación del patrimonio cultural que ha sufrido este país.
La estructura
De acuerdo al arqueólogo Alfredo Valencia, Machu Picchu puede ser dividido en dos grandes partes: el sector urbano y el sector agrícola. Cada uno tiene dos sub-sectores -el occidental y el oriental- que se definen de acuerdo a su ubicación en la topografía.
El sector agrícola
El sector agrícola está dividido en alto y bajo. El alto presenta cinco recintos, la apacheta ( piedra que marca un lugar sagrado), y más de cuarenta andenes. El bajo, a su vez, tiene siete recintos, cuatro canchones y aproximadamente 80 andenes.
La sucesión casi infinita de logradas terrazas agrícolas las mostraba como distintamente conectadas: algunas por escaleras conformadas por piedras empotradas en los muros de contención de las terrazas a manera de peldaños, y otras por escalinatas de múltiples gradas de piedra dispuestas a manera de corredores.
El diseño de las terrazas o andenes está en perfecta armonía con las montañas que rodean el lugar, lo que le otorga aquella impresión ya mencionada de que las laderas hubieran sido esculpidas para armonizar con la naturaleza.
El sector urbano
A este sector, marcadamente diferenciado del anterior por un gran muro perimétrico, se accedía a través de una hermosa portada lítica de doble jamba -detalle arquitectónico propio del estilo constructivo inca- donde desemboca el camino que venía desde la ciudad del Cusco.
Este sector está compuesto por 172 recintos de distintas formas y tamaños, comunicados por 109 escalinatas que permitían transitar por las escarpadas laderas.
Los barrios
Los recintos están organizados en forma de “barrios”, cada uno con funciones específicas de acuerdo a sus características formales y a las evidencias culturales encontradas en las excavaciones. Por ejemplo, un sector estaba destinado para depósitos, sin duda, de las cosechas del maíz o de la coca que se producía en las terrazas agrícolas.
Otro sector llama la atención más bien por la cantidad de morteros de molienda, probablemente para la fabricación de la chicha (cerveza de maíz), tan utilizada aún hoy en el mundo andino para las festividades religiosas. Un tercer sector está conformado por las viviendas de las personas que habitaban en el lugar con el fin de realizar actividades productivas especializadas, o cultos religiosos, o la administración de la producción agrícola.
Los acabados
Algunos recintos sobresalen por el precioso y fino acabado de sus muros, comparables con las exquisitas construcciones existentes en el Cusco, como el Coricancha o el Acllahuasi. Estos fueron, quizá, los edificios más importantes del lugar.
La gran plaza y los espacios sacramentales
Los recintos se complementan con una gran plaza pública en el centro del sector urbano, así como con dos plazas menores. Existen también unos edificios de evidente función ceremonial, que completan el sector urbano.
Destacan sobre todo el Templo de las Tres Ventanas y el Intihuatana, piedra esculpida específicamente para realizar observaciones astronómicas. También se encuentra aquí un complejo sistema ritual de baños y fuentes de agua.
Resulta innegable que Machu Picchu contiene una serie de objetos y paisajes que tuvieron un carácter sagrado que ponen en evidencia las creencias incaicas.
Un lugar único
Resulta evidente que Machu Picchu fue una construcción planificada con sumo cuidado, diseñada minuciosamente para compenetrarse con el paisaje natural. Es el resultado de un conjunto de experiencias únicas, donde la obra del hombre se confunde y se integra exitosamente con la naturaleza.
La irregular topografía fue transformada en terrazas con fines agrícolas y urbanos, mimetizándose con el entorno, pero también muestra por lo menos dos docenas de rocas, que a manera de maquetas representan la topografía circundante.
Arquitectura de Machu Picchu
Machu Picchu es una verdadera joya arquitectónica. La belleza y el misterio de sus palacios de piedra son realzados por el grandioso paisaje del entorno, casi virgen, de abrupta topografía que la exhuberante flora selvática tiñe de verde.
Las construcciones han sido levantadas armónicamente sobre la superficie angosta y desnivelada de una colina bordeada por los precipicios del imponente cañón del Urubamba, en el que ruge y serpentea el río 400 metros más abajo. Machu Picchu está ubicado sobre los 2.400 m.s.n.m., en lo alto de una meseta situada entre dos picos de diferente envergadura, siendo el más pequeño, el Huayna Picchu, el que caracteriza tipográficamente el sitio. El nombre original de las ruinas pasó al olvido con los siglos. Machu Picchu es sólo una denominación topográfica, cuyo significado equivale a “cima vieja”, así como Hayna Picchu significa “cima joven”; en el presente caso, la traducción debe relacionarse al concepto de volumen significando así “cima mayor” y “cima menor”, respectivamente.
Desde su descubrimiento en 1911, Machu Picchu es un auténtico e insoluble enigma arqueológico. Su historia y función siguen intrigando a los estudiosos y tal vez nunca puedan ser aclaradas del todo.
Todas las edificaciones en Machu Picchu siguen el clásico estilo arquitectónico inca: construcciones con muros pulidos de forma regular y junturas perfectas entre los bloques de piedra, sin emplear mortero. Un par de datos que evidencian el nivel de perfección técnica y arquitectónica que alcanzaron son: primero que entre piedra y piedra no cabe la hoja de un cuchillo y, después, la durabilidad de sus construcciones. Han llegado hasta nuestros días, prácticamente, intactas. Ni el paso del tiempo ni fenómenos geológicos han alterado la estructura inicial.
Es importante señalar, que los incas conocían la forma redonda (al dios Inti, lo representaron así); pero no la rueda. Cómo movían los enormes bloques de piedra que empleaban en sus construcciones es un misterio. Sin embargo, sí conocieron el plano inclinado. Lo que podría aventurar una teoría sobre cómo se las ingeniaron para elevarlos. Lamentablemente, los incas no dejaron registro escrito, debido a que tampoco conocieron la escritura.
En todo el conjunto, se encuentran alrededor de 140 construcciones entre templos, santuarios, plazas y núcleos residenciales. Hay más de cien escalinatas de piedra, muchas veces esculpidas íntegramente en un solo bloque de granito; gran cantidad de fuentes de agua interconectadas por canales con desagües perforados en la roca, destinadas al original sistema de riego.
En la actualidad, no es posible explicar cómo los incas pudieron trasladar hasta la cima de Machu Picchu bloques de piedra de hasta veinte toneladas.
El Huayna Picchu
Si se encuentra bien aclimatado y desea ascender al Huayna Picchu, debe dirigirse al norte del cerro Machu Picchu, sobre el cual se encuentra la ciudadela, se alza un cerro más elevado conocido con el nombre de Huayna Picchu.
Se encuentra a 2,667 m.s.n.m. y abarca una extensión de 2,000 m2. Fue explorado por vez primera por la Expedición de la Universidad de Yale, la cual encontró alrededor de una docena de asentamientos.
El más importante, sin duda, fue el descubierto por Hiram Bingham, quien lo bautizó como “La gran caverna”, renombrada luego como el “Templo de la Luna”. Subir hasta aquí toma aproximadamente dos horas y media y sólo se lo puede hacer hasta antes de la 13:00 hs. Es necesario registrarse en la caseta que se encuentra al comienzo del recorrido.
Construyendo las laderas
En la cumbre misma del Huayna Picchu existen muchas estructuras como terrazas, pequeños recintos, rocas labradas, pasajes y túneles, todos ellos muy logrados. Hasta ahí conduce un camino que atraviesa otros restos arqueológicos ubicados en las laderas.
El “templo de la luna”
El llamado “Templo de la Luna” está compuesto por un recinto de planta rectangular adosado a una gran roca, que muestra tres puertas de 1.60 de alto cada una, además de una lateral. En el interior de la paredes se encuentran seis nichos trapezoidales.
El “templo” propiamente dicho está constituido por una gran plataforma por debajo de una roca, levantada a casi 5 metros, y una entrada de 8 metros de altura. Hacia la izquierda se divisan cinco nuevos nichos trapezoidales de doble jamba, uno de los más delicados trabajos de cantería que se pueden encontrar en Machu Picchu.
Los alrededores de Machu Picchu
Otros edificios y estructuras completan la ocupación Inca en el Huayna Picchu. Delante del “Templo de la Luna” existe un conjunto de andenes, de más de 50 metros de longitud por 2 de alto, interconectados por una escalinata en piedra.
Existen además edificios individuales de dos pisos de alto, llamados canchas, y otros conjuntos de andenes y edificios. En suma, podría decirse que la montaña contiene un total de ocho sitios arqueológicos.
El Entorno de Machu Picchu
El conjunto
La importancia que tuvo la ciudadela para el Tahuantinsuyo es evidente. En su época, estuvo densamente poblada y, de todas las construcciones, Machu Picchu fue sin duda la principal.
No cabe duda de que estos asentamientos gozaron de una extraordinaria planificación y estuvieron interconectados entre sí, y con el Cusco, por caminos empedrados. Parte de la importancia de esta región fue su capacidad productiva, pues la mayoría de sitios son complejos agrícolas de gran magnitud. Considerando el medio ambiente que reina en la zona, el maíz, y tal vez la coca, debieron ser los productos agrícolas privilegiados.
Un mismo diseño
Prácticamente todos los sitios existentes dentro del Santuario Histórico de Machu Picchu sugieren la existencia de una misma mano creadora y un mismo estilo constructivo.
El visitantes advierte de inmediato el uso recurrente de una serie de elementos incas típicos, cuyo afán principal era integrar su espléndida arquitectura con la naturaleza, aun más extraordinaria.
El entorno natural
La ecología del Santuario es sumamente diversa y compleja, ya que incluye diez zonas de vida, desde el bosque seco montano bajo -a orillas del valle- hasta el nivel en las cumbres de la cordillera.
En términos altitudinales, esto significa que se extiende desde los 1.725 m.s.n.m. a nivel del río Urubamba, hasta los 6.271 m.s.n.m. en la cumbre del nevado Salcantay. Estas variaciones geográficas, y su singular topografía, tienen por consecuencia una diversidad muy amplia de flora y fauna silvestres.
Machu Picchu, el paraíso de los botánicos
Las variadas condiciones medioambientales han permitido la generación de una flora muy diversa, cubriéndose una enorme gama que va desde cerrados bosques propios de ceja de selva hasta ralas cumbres de montaña. Por todo ello, Machu Picchu ha sido calificado, no sin razón, como el paraíso de los botánicos.
La vegetación forestal está representada por especies madereras como el cedro, romerillo o intimpa, laurel, etc. Además, de las especies mencionadas predominan los géneros Ocotea, Pedocarpus, Guarea, Weinmania, Clusia, Cedropia, Cinchena, Eritrina o Pisonay, Ilex entre otros.
De igual manera, existen muchas especies de begonias y puyas. Pero obviamente, dentro de la flora característica, la que más llama la atención son las orquídeas; se han identificado más de 30 géneros y alrededor de 100 especies, muchas de las cuales se encuentran en vías de extinción.
Refugio animal
La fauna de Machu Picchu es tan abundante como variada. Destacan varias especies en vías de extinción, como el oso de anteojos, el gallito de las rocas y el venado enano, por lo que el gobierno del Perú ha declarado la zona como una Área Natural Protegida.
Existen, asimismo, muchas otras especies, como el puma, el zorro andino, la nutria de río, la taruca, el gato montes, el hurón; numerosas aves entre las que destaca el cara-cara, los picaflores, el pato de los torrentes, los loros, la pava de monte y muchas aves menores de variado colorido; reptiles como el jergón bothrops y el coral micrurus, peligroso por su activo veneno; lagartos, ranas, quirópteros y una numerosa entomofauna andina y amazónica que se compenetra en la zona, las que hacen del Santuario un lugar donde la observación y el estudio se conviertan en un atractivo adicional para turistas o investigadores.